El artículo examina el papel fundamental del silencio en el origen del lenguaje. Para esto se apoya en los aportes de Merleau-Ponty y Husserl, y en el ensayo de Maeterlinck sobre el silencio. La autora sostiene que el silencio actúa como el punto de partida de la expresión, albergando significados latentes que enriquecen nuestra conexión con el mundo y con nuestra propia existencia. Esto se basa en las concepciones de Maurice Merleau-Ponty y Edmund Husserl sobre el lenguaje como un proceso que emerge de las experiencias prelingüísticas y preconceptuales de la conciencia. Y en el ensayo de Maerterlinck sobre el poder y la superioridad expresiva del silencio frente a las palabras.

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